El tiempo es relativo según el lugar donde lo estés viviendo. En el mundo real, 7 meses tienen 214 días, 5136 horas y 308160 minutos  aproximadamente. En el mundo imaginario, 7 meses pueden parecer eternos, hasta podría compararlo con años y décadas... pero los cinco minutos imaginarios  que solía tener en la cama antes de levantarme  esta vez han sido reales y es eso lo que me ha causado intriga. 

Fue extraño volver a dormir ahí después de tanto tiempo. Fue raro despertar con El otra vez. Fue sorprendente ver como ese árbol tenía un montón de hermosas hojas verdes que con fuerza se agarraban de  la rama. Eso es lo que más me marcó, y me tiene pensando todavía.

Abril/Mayo del 2012, los cincuenta días más hermosos de mi vida. Esos días donde no importaba lo que pasaba, solo era feliz. Daba lo mismo cada situación, tenía el control de una y el ambiente perfecto para no llevarlo a cabo, lo que hacía a mi desafío más difícil y a la recompensa mas sabrosa. Cincuenta días en la casa imaginaria, la Mansión Foster, donde no hacíamos más que fumar. Ese montón de tiempo en el que no probé una gota de alcohol, pero si viví una realidad alternativa, una realidad fuera del contexto de lo "normal", una realidad de la que extraño ser parte pero no por lo que sucedía en el exterior, sino por lo que yo avanzaba en mi  interior.
Aprendí a vivir conmigo, a ser la primera opción cuando necesitaba a alguien en quien confiar, a mirarme a mi como una amiga y no como a una desconocida. Fue un tiempo en el cual tuve a quien seguir, tuve a quien mirar como ejemplo, a quien amar de una forma individualista sin dejar de lado el sentimiento mutuo. Fueron los 50 días más hermosos de mi vida en el que tres eramos multitud y no necesitábamos nada más. 
Amaba que fuera viernes por que significaba una entretenida noche de pijamada sin pijama, con suerte usábamos calcetines, ropa interior y un par de condones. Amaba que no tuviera de que preocuparme los sábados, lo que hacía de la salida de  ese día un pase liberado a la distorsión total. Amaba despertar los domingos con la compañía perfecta, levantarme como podía de la cama, con frío y escasa ropa para mirar por la ventana y ver si el sol brillaba sobre nosotros  o si la lluvia seguía a tal punto de que había dejado todo inundado. Había algo que nunca cambiaba en el paisaje, en la vista por la ventana para ver la calle, era algo que adornaba lo hermoso y daba ese toque sutil que no necesitaba. Un simple árbol, que por ser otoño no tenía hojas ya que estaban todas en el techo. Era un detalle que para todos pasaba desapercibido pero que para mi marcaba el paso del tiempo, cual si fuera reloj cada hoja que caía era un segundo que pasaba y cada segundo era un momento más de felicidad. 

La historia continuó como todos saben y llegó el momento en que ya no visité más ese lugar. Fueron dos o tres meses en que me perdí de lo hermoso de vivir y me encerré en una enfermiza relación que me alejó del mundo. Fueron meses en los que descendí hasta más abajo del suelo y mi autoestima se fue a la mierda. Fueron instantes que preferiría no recordar aunque la realidad me los muestre diariamente, pero si no aprendo a vivir con eso me resulta imposible poder superarlo y necesito dejarlo atrás.
Es en este momento en el que agradezco que mi vida sea un circulo vicioso del que me cuesta mucho salir ya que más de alguna vez me pone al mismo error en el camino para aprender a aceptarlo y mirarlo como experiencia, o amarlo más de lo que ya lo hago y esta no fue la excepción, un a vez más puso en mi camino a la persona menos indicada para hacer de mis 39 días una nueva cuenta regresiva para anotar. 

Despertar ayer fue un místico sentimiento entre amor y pena. Levantarme, mirar por la ventana y ver hojas donde antes habían ramas fue darme cuenta del tiempo que había pasado... un montón de tiempo real. Alrededor de 7 meses y dos estaciones, un novio para mi y la pareja estable de El, los muebles que ya no estaban y los que ya habían tomado su rincón en el hogar. Sentir esa compañía que tanto amo y tener que vestirme en 5 minutos reales por que El debía seguir su vida normal y yo también fue abrir los ojos y pensar realmente que nada volvería a ser como antes, pero que el sentimiento sigue aunque sea solo en ese momento, aunque sea solo en esa cama que tiene el mismo sonido de siempre, aunque sean pocas veces pero es realmente cuando nos nace. 
Sentí lo mismo que la primera vez, viví el mismo amor momentáneo y la misma sensación de escalofríos al tenerlo cerca. Quise hacerlo durar más, pero como dije anteriormente, son pocas las cosas que puedo rescatar y hacerlas de igual manera que antes. 



Recuerdo que alguna vez viví del momento, disfruté la instancia perfecta y aproveche hasta el último segundo de la compañía diaria del que estuviera de turno. Alguna vez fui realmente impulsiva y hoy me cuestiono compulsivamente por que ya no soy así. La pregunta es clara y solo una el viernes en la noche: "¿Me lo tiro?". Y la respuesta me sorprende a tal punto que quedo anonadada: "No Fran, no hay necesidad...".
No lo entiendo, no logro comprenderlo... no sé que estoy buscando inconscientemente pero si sé que me hace no querer tener lazos sentimentales: el miedo.

El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad.

Miedo, terror, temor excesivo a estar con alguien, a tener una relación sentimental, a volver a ser dependiente, a que no me responda de la forma que le pido, a que no esté ahí en cualquier momento, que no pueda complacerme en cada maña que tenga. Me da miedo dañar, herir, hacer sufrir... cosas que nunca antes había sentido.

No puedo estar con alguien, no puedo ser feliz en compañía de otra persona, no puedo llevar a cabo una relación por que cada vez que pienso que quiero tenerla, se vienen a mi cabeza todos esos momentos con mi último novio con el que ya no estoy hace 3 meses. Cada vez que me entregan un poco de cariño mi única reacción es salir corriendo y ojala poder escapar lo más lejos posible de eso.  Escuchar un "Te quiero" ya es sinónimo de vómitos y mareos. El abrazo de un desconocido al que antiguamente me hubiera tirado esa misma noche hasta en el baño de un pub, ahora le sigue un "déjame" y mi horrible e innato descontento. 

Llevo 33 días sin dar un beso, sin acostarme con nadie, sin incitar a nadie a hacerlo tampoco. Treinta y tres días en los que he tenido un bloqueo emocional y sentimental que no me deja disfrutar. Un montón de tiempo en el que pude hacer tantas cosas... pero siento que no soy yo quien los vivió y que por lo mismo me sorprende tanto estar en estos momentos así. 

No sé que hacer... siento que mi vida la esta viviendo una desconocida, que mis palabras y mis actos son tan racionales y fríos que no se adecuarían nunca con mi perfil. Siento que mi vida se esta yendo y que ni siquiera puedo parar y mirarla desde afuera, no puedo ser parte de ella... no estoy viviendo, sigo caminando  por inercia. 

Estoy acá, pero en esta obra llamada "Realidad" no soy yo quien actúa. 



Martes 13. Hay  quienes dicen: "No te cases ni te embarques", pero en ninguna parte dice: "No te enamores", y aunque estuviera escrito, no lo hubiera tomado en cuenta. Suelo llevar la contraria a las cosas estructuradas desde muy pequeña. Y ese día, y la oportunidad que tenía frente a mi no la dejaría pasar por un simple refrán que ni siquiera está comprobado científicamente. 

Martes 13 de noviembre de 2007. Uno de los pocos días que empezó bien y termino aun mejor.
Me levanté temprano (como nunca) para ir al colegio, pero a diferencia de todas las veces anteriores que me  había despertado temprano durante  el año, ahora tenía muchas ganas de asistir. Te llamé temprano a tu celular, tipo 7:45 para que luego tu me llamarás a mi casa. Era un tipo de "código" que teníamos. Era muy temprano para que sonara el teléfono de tu casa, tu hermanito de pocos meses se podía despertar, entonces, para que eso no pasara te pinchaba y tu me devolvías el llamado. Era realmente temprano pero hablábamos para darnos una pequeña información. Te decía: "Estoy lista y saldré a tomar colectivo" y tu me respondías: "Bueno, entonces caminaré y te esperaré en el BCI". 
Y así era... diez para las ocho, cinco para las ocho o a las ocho en punto nos juntábamos en esa esquina llegando a Balmaceda. Llegabas primero y yo bajaba contenta del colectivo al verte ahí. Me esperabas con un cigarro, de esos Belmont que en ese entonces costaban $80 sueltos. Sabías que me gustaba fumar en la mañana antes de entrar. Sabías mis gustos aunque solo nos habíamos conocido 4 días atrás. Sabías como tratar esas mañas que hasta el día de hoy tengo. Sabías más de mi que personas que conocía de toda la vida y sabías -por sobre todas las cosas- que odiaba ir al colegio, pero que de un viernes a un lunes, como quien dice: "en un 2x3" se volcó mi perspectiva hacia el templo del saber y me gustaba ir, levantarme temprano para disfrutarte en la mañana siendo que estaríamos todo el día juntos. Detalles. Para algunos insignificantes, para mi, el mayor trofeo de mi vida. Haber tomado la decisión de estar contigo era algo de lo que no me arrepentía, y no me arrepiento ahora tampoco. 
Cuando eran las 8:15, caminamos la cuadra que nos separaba del colegio y entramos por el portón tomados de la mano. Me dejaste en la escalera para que subiera a mi sala y tu te devolviste al pasillo para entrar a la tuya. A las 9:45 nos juntamos en la galería para seguir disfrutando de la presencia del otro. A las 11:30 también. Y el destino fue distinto cuando tocaron a las 13:15 para salir a almorzar. Ni tu fuiste a almorzar, ni yo fui a almorzar. En vez de eso nos juntamos con un amigo en común que teníamos y que quería fumarse un pito. Perfecto. Había marihuana y también unos cuantos papelillos, lo único que faltaba era el lugar. Pensé en proponer mi casa, estaba sola todo el día y el conserje no se daba cuenta quien entraba y quien salía pero igual era arriesgado, era droga, algo ilegal (en ese entonces para mi). Se me ocurrió una mejor idea, invitarlos a la parte trasera de mi condominio, ese lugar al que no a muchos había llevado, no era secreto pero si super piola... fue la última vez que fui. Tomé tu mano y junto a nuestro amigo caminamos rumbo a Villaseca para entrar en ese sitio eriazo. Tuvimos que entrar por un  costado, pasar alambres de púas y quedar un poco empolvados para llegar a una especie de piscina que antiguamente se ocupaba. Nos sentamos y de repente, a mi lado, vi la razón de por qué estábamos ahí. Nunca había visto marihuana, nunca había visto un pito, ni se me había cruzado por la cabeza probarlo, pero estaba en confianza y aunque no sentí que era el momento de hacerlo, creía que era una buena oportunidad.

- ¿Enrolas tu o yo? - dijo nuestro amigo. 
- Lo hago yo para que vea la Fran - dijiste mirándome.

Tomaste el papelillo y lo doblaste por la mitad. Con una mano agarraste el paquete de marihuana y lo repartiste de un extremo a otro. Moviendo el indice con el pulgar formaste algo parecido a un "dulce". Ahora que lo pienso te quedó bastante feo. Lo dejaste secando al sol. 

- ¿Quieres?
- Nunca he fumado...
- No tiene mal sabor, dale, prueba. Es como fumar un cigarro.
- Bueno, pero solo un poco. 

Y en realidad fumé solo un poco, ni siquiera me gustó, no me volé para nada, lo encontré fome. Tu ya habías fumado antes, sabías la técnica, cuanto había que aguantar antes de soltar el humo. Vi tus ojitos llorosos y tocías de una forma descomunal que no entendí sino hasta unos años atrás. Veía que disfrutabas y yo disfrutaba al verte sonreír.

Minutos más tarde te invité a mi casa, tenía sed y quería tomar un poco de agua. Nos dimos la vuelta y entramos a mi hogar. Como de costumbre prendí el computador solo por dejar MSN abierto y como acto seguido salimos al patio a fumarnos un cigarro. Nuestro amigo quería revisar algo de su fotolog y le dije que pasara sin vergüenza, solo estábamos los tres. 
Creo que pasaron segundos cuando dijiste que debías marcharte y yo te abracé como si no hubiera estado contigo en todo el día, como si no volviera a verte en un futuro cercano, como si fuera un adiós terminal cuando en realidad no era así, me llamarías cuando llegaras a tu casa para estar un buen rato hablando del día que habíamos vivido juntos, nos veríamos al otro día en el mismo lugar... en realidad solo tenías que hacer lo que te correspondía; pasar el resto de la tarde en tu casa... y yo no lo entendía. yo quería estar contigo aunque finalmente acepté ir a dejarte para que tomaras colectivo.
Entramos a decirle a nuestro amigo que nos acompañara.

- Fran te están hablando por MSN.
- ¿Quién es? ah, después le hablo, pondré que voy a dejar a... voy a dejar a... ¿Que pongo?.
- Que vai a dejar a tu pololo po Fran, si el Rodrigo es tu pololo ¿o no?.
- No en realidad, estamos andando no más...

Y fue ahí, que en un acto inesperado y totalmente sorpresivo, impulsivo y a la suerte del "TODO o NADA" otra vez, me miraste y pronunciaste las palabras mas hermosas que he escuchado en mi vida, esa pregunta que nunca jamás alguien me había hecho:

- ¿Quieres pololear conmigo?

No fui capaz de responder, era tan obvio que me deje caer en tus brazos y te besé, bueno, traté. La sonrisa que tenía no me la podía sacar, sentía que estaba en las nubes, sentía que flotaba en un algodón de azúcar rosado, hasta mi patita se levantó cuando mis labios rozaron los tuyos, fue una explosión de emociones que no volví a sentir por mucho tiempo (hasta junio de este año).  Fui feliz de una forma que nunca antes había experimentado y que busqué durante un largo lapso volver a sentir. 
Vivía el momento peak de mis 15 años y no recuerdo haber sido tan feliz como en ese momento.

Un martes 13 de noviembre del 2007 empezamos formalmente una hermosa historia. Dejamos de lado ese refrán e hicimos  de ese día una perfección absoluta, una promesa de amor, un principio abierto a lo que deparara el destino. Era... simplemente hermoso y no pedía más, no me caía más felicidad en mi corazón, estaba enamorada y me encantaba sufrir de esa enfermedad.



Rodrigo

Si pudiera retroceder el tiempo, unos 5 años exactamente, y me preguntaran si quiero conocerte o no, mi respuesta sería sin duda un rotundo SI, por que gracias a ti soy quien soy hoy en día. Quizás no en cuanto al estilo de vida que llevo, quizás no tengo la vida que imaginaba ni estoy donde quería hace cinco años atrás, pero como persona he madurado mucho y he aprendido a llevar situaciones que tal vez no se me hubieran puesto en el camino de no ser por ti. No hay un "quizás" cuando digo que mi vida podría ser diferente por que tengo claro que podría ser así... pero por algo pasan las cosas. Por algo hace 5 años dejé mi vergüenza de lado decidí ir a buscarte. Por algo hace cinco años, en este mismo momento y después de varios cigarros y escasos sorbos de cerveza nos dimos nuestro primer beso. Por algo hace 5 años  me buscaste por fotolog para luego seguir hablando en MSN. Por algo pasan las cosas y si bien me costó entenderlo un montón de tiempo, hoy en día puedo decir que aprendí a vivir con tu recuerdo, aprendí a recordarte con una sonrisa y no con una lágrima, aprendí a amar de la misma forma que tu me amaste a mi y a no cometer el mismo error que cometí contigo.

Un viernes 9 de noviembre, pero de hace 5 años atrás, había quedado de juntarme contigo antes de entrar al colegio. Era en la mañana, diez minutos antes del timbre. Era una idea intrigada de conocerte. Sonaba bastante lindo pero no funcionó. Llegué tarde, de hecho el colegio ya estaba cerrado cuando pretendía entrar y fue -otro día más- que llegué atrasada. Ni siquiera tenía tu número de celular para avisarte que no llegaría a la hora, y bueno, de haber sido así no tenía minutos para llamarte. 
Entré, entonces, corriendo a la sala de clases a escuchar una materia que ya me habían pasado 3 meses antes en otro colegio. Me puse a dibujar, como de costumbre. Esperé que fuera recreo para -en una idea decidida- conocerte. Recordé que la noche anterior me habías dicho tu curso y tu sala, y sin decirle a nadie fui a buscarte. Llegué sin problemas, era en el pasillo del primer piso, la penúltima sala a la izquierda mirando hacía el norte. Iba decidida, con una sonrisa en la cara que se me quitó inmediatamente cuando vi a tus compañeros y me dio vergüenza preguntar. Tenía dos opciones:

1.- Seguir caminando como si nunca hubiera ido a tu sala.
2.- Entrar y en un juego de palabras preguntar por ti.

Ya estaba ahí así que opté por la segunda y le pregunte por ti a la primera persona que vi:

- Hola, ¿Rodrigo va acá?.
- ¿Rodrigo Martinez?.
- Si, Rodrigo Martinez... (supongo...).
- Si, va acá, pero ahora no está, anda jugando a la pelota.

Pium. De cara al suelo y de pasada un poco más abajo. No estabas y yo te quería conocer. Quería saber quien era esa persona que se había interesado tanto en mi... quien se había dado el tiempo de saber de mi, que se daba cuenta de mi existencia. 
Tuve que esperar y esperar, me paseé por el patio, veía a personas jugando a la pelota pero no sabía si estabas tu, no sabía si ese tipo que corría a lo lejos podías ser tu, ese que me cerró el ojo o hasta el que le pego mal y en vez de achuntarle al arco me dio en el blanco a mi mientras cruzaba para llegar a la escalera que daba a la sala. Y en realidad no lo supe hasta un rato después.

Cuando llegué a mi sala, el profesor dictaba una vez más la materia que ya había escuchado hace un tiempo. Mi aburrimiento era tal que en un acto arrebatado pedí permiso para ir al baño (al cual nunca fui). Me encontré con una compañera y bajé, pensé que era mi oportunidad para ir a conocerte. Tomé un camino nada que ver con el destino al cual supuestamente iba. Llegué al pasillo y me paré frente a tu puerta. Dudé. Luego me decidí otra vez. Con una sonrisa y después de haber controlado la respiración unas mil veces, toqué la puerta. Abrió un niño, Matias, tipo al cual le debo mi vida el día de hoy, pero que es otra historia que contaré más adelante. Mi compañera se fue.  Le pregunté por ti, que si acaso estabas en la sala, si podías salir. Antes de darme cuenta se acercaba alguien y ese alguien eras tu. Camisa blanca, corbata, pantalones grises, pelo largo con patillas, delgado como eras a los 15 años... eras tu, el personaje que había imaginado la noche anterior y que era mejor de lo que esperaba. te apoyaste en la pared con los brazos atrás y una pierna levantada. Mirabas al suelo como no creyendo que te había ido a buscar. Vergonzoso. Recuerdo ese gesto, te costaba disimular. Sacaste una mano y la metiste al bolsillo para sacar un chocolate y regalarmelo. Me dijiste: "Eran dos, pero me comí uno esperándote". Yo solo sonreí. Empezaste un diálogo:

- ¿Qué harás después de clases?
- No lo sé, creo que daré una vuelta en la plaza, no tengo planes. 
- ¿Quieres salir conmigo? Iremos a la casa de la polola de un amigo que está de cumpleaños.
- Bueno, pasaré a buscarte a la salida.

La típica sonrisa y esa mirada que dice más de mil palabras fue mi despedida. Caminé a buscar mis cosas, ya quedaba poco para salir y no quería estar en una clase latera. Pasé a buscarte y salimos a dar una cuantas vueltas a la plaza por que había una exposición de talleres.
Me preguntaste si quería acompañarte a tu casa a cambiarte ropa. Respondí que si, pero con una condición: que después me acompañaras a la mía a cambiarme también. Aunque la frase fue explicita, nunca llegué a tu casa. Me hiciste esperar en una plaza cercana, sentada en un columpio. Sola. Sola y aburrida. Sola y esperándote a la suerte de la vida. recién te había conocido y me basto un minuto para confiar eternamente en ti. 
Pasaste por mi unos quince minutos después. Ya no usabas uniforme sino que la ropa lolein que estaba de moda. Tu olor característico que no puedo explicar pero que hasta el día de hoy recuerdo. esa sonrisa que no podías ocultar. Te miraba y me daba cuenta que me hacías feliz con nada. Te tomé de la mano y caminamos hacia el otro extremo de Buin, a mi casa en Villaseca. Creo que me demoré mucho más que tu en cambiarme pero logré verme tan linda que hacíamos juego al estar juntos. Cuando salimos de mi casa y emprendimos rumbo por el eterno sendero de Kennedy para llegar al destino deseado, tomaste mi mano. Conversábamos de lo que queríamos ser cuando grandes. Teníamos 15 años, pensábamos en el futuro como algo demasiado lejano que hoy nos consume como nunca. Recuerdo haberte dicho que quería una mansión y en el patio una piscina con un delfín rosado. Tu me dijiste que querías un delfín verde. Te respondí que podías vivir conmigo y así tendríamos dos delfines. Tu reacción no fue otra que un par de palabras: "no eres como imaginaba". Mi cara de desconcierto podía expresar mucho más que cualquier frase exitosa de cualquier bestseller.

- ¿Esperabas algo mejor?
- No, no es eso... es solo que como sabía que eras media depresiva y que cortabas tu brazos, pensé que tu carácter era diferente.
- Creo que es mejor conocerme en vivo y en directo que de boca de otras personas.

Y si, era depresiva y la mayoría del tiempo me la pasaba llorando, pero en ese momento estaba contenta, estaba feliz, me sentía importante, sentía que importaba... ¿Por qué tendría que llorar? solo habían razones para ser feliz. Comprendiste mi situación y seguimos caminando.

Llegamos a la casa de una ex compañera quien resultó ser la polola de tu amigo. Nos sentamos al rededor de una mesa e hicimos vida social. No entendía sus bromas, estaba colgada al máximo. Recuerdo los ceniceros de vidrio sobre la mesa. Yo nunca había fumado en un espacio cerrado, siempre tiraba las cenizas al suelo y ahí no podía así que  me fijaba como los demás la depositaban para en un acto fracasado intentar hacerlo. No me resultó. Me fui a fumar a la ventana que daba al patio. Parada y mirando la nada de un momento a otro mi paisaje eras tu. Apareciste con una cerveza  y  un cigarro a medias. De repente dejaste la cerveza para tomar mis manos y en un acto de "TODO o NADA" te acercaste y me besaste. Me besaste  sin saber si yo iba a responder y bueno, no respondí. Te dije que era muy luego, que no sé... un sin fin de excusas baratas que no parecieron agradarte, y no te culpo, no te las merecías. Unos minutos más tarde te dije que creía que era momento de irnos. Tomamos nuestras cosas y tu cara mientras caminábamos a la plaza no era otra que la misma que tenía yo cuando quedé desconcertada con tus palabras. Te dije que me acompañaras a llamar por teléfono pero solo me seguiste por inercia. 
Llamé, entonces, a alguien con quien debía terminar unos asuntos. Al salir de la cabina, corrí a abrazarte y antes de terminar la frase: "Ahora puedo besarte..." ya lo estaba haciendo. 
La sensación de estar contigo y sentir que era mutuo, sentir que tus brazos me iban a cuidar, que podía llegar a sentir que era demasiado y aun así no sería suficiente me encantó. Viví, entonces, el momento más feliz de mis 15 años; el amor. Disfrute cada hora que quedaba de día en ti. Descubrí, deje de pensar, olvidé y te ame desde ese mismo momento.

Quizás a muchos les suene repetido el tema, que Rodrigo acá, que Rodrigo allá y la pregunta del millon: "¿Seguís webiando con el mismo tema todavía?". 
Si, sigo con el mismo tema aunque hayan pasado 5 años. Sigo pensado en el cada noche que bajo a fumarme el ultimo cigarro. Sigo recordándolo cada vez que empieza noviembre y sigo agradeciendo a la vida que lo haya puesto en mi camino, por que de no ser por el, hoy no sabría lo que es el amor.




De los creadores de "Sin pan ni pedazo" y "Síndrome de cara de día domingo" llega estrenando en la pantalla chica y sin color, con bajo presupuesto y un par de piscolas encima... "Miedo a despertar" una historia verídica y mal redactada.

Que mala presentación.  Creo que sonaba mejor en mi cabeza, con megáfonos y serpentinas, challas y globos, pitos y vasos llenos de amnesia temporal... pero bueno, se entiende que quería presentarlo a lo grande. Por fin he decidido a hablar del tema. Encarar lo que durante años me ha mantenido enclaustrada en mi mente. Dar a conocer una parte de mi...esa que me cuesta tanto asumir.

De los cortos 20 años que tengo, siete los he pasado siendo extremista. Buscando soluciones emocionales a problemas totalmente racionales. Escondiéndome intencionalmente en la multitud. Alterando mi salud mental y sobretodo emocional.

Durante siete años he buscado estabilidad y durante 5, una sensación que encontré hace solo un mes.

Gran parte de mi consiente vida se lo debo a cuatro inofensivas palabras: "Era todo un juego". En realidad son muchas más, de hecho es un dialogo entero terminado en monólogo sin acuerdo mutuo, pero recuerdo lo justo y necesario, lo que me ha marcado hasta el día de hoy.

Ocurrido este hecho en pleno desarrollo mental, mi mirada se volcó a lo que no era común. Mientras mis compañeras pensaban en salir el fin de semana, en tirar con uno y con otro, en cortes de pelo a la moda, ropa, collares, pulseras y un sin fin de cosas superficiales yo... yo me levantaba llorando, me acostaba llorando, introducía cuanta pastilla encontraba a la fuerza en mi boca, cortaba mis brazos, mis pechos, mis piernas, mis tobillos. Arrancaba mi cabello, me golpeaba en las paredes, escribía cartas de despedida, pedía perdón una y otra vez... tenía 13 años y vivía una realidad alterna a la de todos los que estaban a mi alrededor. Mientras todos eran felices, yo lloraba. Mientras todos corrían, yo lloraba. Mientras todos tomaba, yo lloraba... y también tomaba. Mientras todos tenían permiso para salir, a mi me controlaban más que nunca por que tenían miedo de mis reacciones. Y bueno, mientras todos vivían el momento, yo solo recordaba... y lloraba.

Aparte de llorar todo el día, las peleas con mis papás eran constantes, más fuertes que nunca. Chocábamos a tal nivel que la convivencia era insoportable y como si fuera poco, me estaba yendo mal en el colegio. Tenía todo mal, toda mi vida iba en un descenso hacia el vacío, estaba desnuda en un mundo donde se habían acabado las posibilidades. Estaba desconcertada, perdida. Estaba parada en un lugar en donde no había pedido estar. Me daba miedo, me daba temor ver esa realidad, no quería aceptar que estaba hundida en la mierda. No quería seguir viviendo, pero tampoco podía desaparecer de un día para otro.  Fue ahí, entonces, que inconscientemente empecé a tomar más de la cuenta y a vaciar cajas de cualquier pastilla que encontrara en mi casa, en casa de mi abuela, en casa de mis tíos, hasta en casas de amigos. Puñados y puñados iba directamente tragando con un sorbo del trago de turno, fuera ron, pisco, vodka me daba igual, el fin era el mismo y era eso lo que más me importaba. Ese fin anhelado. Ese fin totalmente esperado... ese fin que era dormir y seguir presente. Estar con los pies en la tierra sin tocarla precisamente. Dormir era obviar la realidad estando todavía en ella. Dormir era la solución a todos mis problemas, o como ahora lo veo, aplazarlos  y alargarlos cada vez más.
Eso es por que cuando mis papás notaron que dormía demasiado no pude hacerlo más. Bueno, creo que también fue porque el botiquín estaba vacío y el vodka... el vodka ya sabía a agua. Cualquiera haya sido la razón, tuve que dejar de lado mi forma de "escapar", abrir los ojos y afrontar todo lo que había dejado pasar. Fue difícil. Muy difícil.

Con los años descubrí que podía sentir la misma sensación estando en la cama con alguien. "Protección" se transformo en una búsqueda diaria que me daría el fin deseado, dejar de lado mi vida y enfocarme en un momento, en uno solo me daba tranquilidad. Obviar la realidad aunque sea por una noche me drogaba mucho más que cualquier cosa. Fue así que con 17 años comencé a vivir una vida de gitana, quedándome donde me pillara la noche, con la compañía que hubiera, muchas veces entregando algo que yo ni siquiera quería dar a cambio. Solo pro ese beso de buenas noches, esos brazos que acariciaban todo mi cuerpo y el "Estaré aquí cuando despiertes". La seguridad y la confianza también formaron parte de esto. Encontraba cada noche a alguien nuevo con quien podía vivir una historia perfecta, hasta que despertáramos. Encontré paz conmigo, logré ver un arco iris y un montón de ponies rosas que le hacían juego. Pero mucho abuso me colapsó. Dañé a mucha gente. Nunca mentí pero si adorné mucho la realidad y fue así que el año pasado cree una drogodependencia, adicta a la benzodiacepina, al lorazepam que, como si fuera chiste, era otra pastilla más. Era rutina de todos los días despertar y tomarme dos, para luego seguir durmiendo. Resultó bien un tiempo pero los detalles no son lo mio. Un día fallé. El efecto fue más rápido... no tuve tiempo.
Tomé, como era de costumbre, mis dos pastillas diarias. Luego recordé que tenía cosas que hacer y antes de terminarlas ya estaba dormida de nuevo. Cuando desperté vi a mi mamá que lloraba como no lo hacía hace tiempo. Repetía como un disco rallado: Otra vez hija... ¿Por qué otra vez?. Y bueno, es fácil adivinar que la caja de pastillas se me quedó en la cama  y yo yacía extendida como un montón de ropa sucia. Reacción innata: mi mamá se asustó. Segunda reacción: Siquiatra y nuevamente internada. Y como guinda de la torta, otra vez con un montón de pastillas para seguir un tratamiento.

Las tomé mientras estuve internada. Luego, no. Las guardaba para casos de emergencias, de esas emergencias que no quería alarmar. Más de alguien se enteró que las usé, pero muchos más no se dieron cuenta. Traté de buscar otras salidas y entonces medité del tema (creo que era hora). 

Se que a mucha gente la he llamado a las 4 de la mañana para saber si están haciendo algo, si están dormidos, si están con alguien, si hay un espacio en su cama para mi. Muchas veces me han dicho que pueden estar conmigo, y despierto feliz. Muchas otras me han dicho que no y he dormido sola. No he vuelto a hacer lo que hacía antes ya que descubrí mi miedo a despertar, a pasar de la misma nada y encontrarme sola, abrir los ojos y no ver a nadie a mi lado. Soy egoísta en ciertos aspectos, pero ese cuidado que he encontrado suelo llamarlo "mi amor". 

Tengo miedo a la realidad, y sentir compañía en el momento más difícil de mi día es lo único que necesito. Esa es la respuesta a mi vida. Eso es lo que buscaba hace tanto tiempo...







Mi psicóloga me hizo una pregunta tan básica que me sorprendió no haber sabido la respuesta.

- ¿Qué extrañas de el?
- Sinceramente... no sé.

Y no lo supe hasta un buen rato después.

Pensé, entonces, cuando salí de su oficina con los ojos llorosos y un nudo en mi garganta. Cuando caminé hacia el mesón para pedir una hora en dos semanas más. Cuando daba un paso tras otro para llegar al ascensor. Cuando bajé y sentí esa sensación de mareo mientras me miraba en los espejos. Cuando tomé el metro en estación Tobalaba destino Pajaritos. Cuando llegué a Estación Central y caminé por todo el paseo. Cuando tomé la primera micro que encontré. Cuando, en vez de demorarme cuarenta minutos en el trayecto Santiago-Buin, me demoré una hora y media por el enorme atochamiento de autos. Cuando me bajé en la plaza con un destino incierto. Cuando me detuve a saludar a sus amigos. Cuando me senté a saludar a los míos y no lo supe hasta que lo vi llegar unos minutos después y a escasos pasos de mi.

Creo no haber sentido una sensación de ahogo tan extrema desde que Rodrigo se sentó en la banca que estaba frente al pastizal donde yacía acostada y -como es de costumbre- ni siquiera me miró. Esa sensación de pre-infarto donde a mi corazón acelerado le faltaba poco para salir de mi pecho. Mis manos no lograban coordinar movimientos. Temblaba. Balbuceaba palabras. Mis piernas no respondían cuando les decía: "Vamos, ¡caminen! no dejen que me vea llorar". Si... físicamente reaccioné demasiado mal y mentalmente el colapso nervioso se acercaba. Tenía 2 opciones:

1.- Levantarme y  sutilmente salir corriendo, dejándome como invicta en la situación.
2.- Quedarme sentada ahí y afrontarlo de una vez.

Cualquier decisión que tomara tenía su riesgo. Ya me había visto. Ya se estaba acercando. Ya estaba frente a mi cuando me había decidido por la primera. Ahora solo podía quedarme con la segunda.

Me saludó de la forma mas "amigable" que pudo. Con eso me refiero -claramente- al típico beso en la mejilla, ese mudo y frío que tanto odio después de meses de saludarnos enamoradamente. Su mano la puso en mi cabeza para acercarme a el y el "hola Fran" terminó por destruirme. Más que cualquier otra cosa me dolió escuchar eso. Ya no es (y no va a ser jamás) un "hola chanchita" o un "hola guatona" y menos un "hola mi amor". Para el, ahora soy "Fran" y ni siquiera "Franie". Soy "Fran" con esa voz grave y esos ojos bajos. Ese nombre pronunciado con desprecio y con ganas de no haberlo conocido jamás. Soy "Fran" y el punto aparte, por que no hay para que seguir en esto; se acabó y... se acabó.

Aunque no tengo razones para reclamar, me duele sentir esa distancia que antes lográbamos disimular. Me da pena no poder abrazarlo como antes, no poder sentirlo, acariciarlo, quererlo, amarlo...
Extraño despertar  con el en la mañana. Que fuera lo primero que mis ojos veían cuando se abrían. Que sus brazos estuvieran como enredadera en mi cuerpo desnudo. Que sus manos acariciaran las mías. Escuchar siempre el "Buenos días, mi amor".

Fue ahí, entonces, que encontré la respuesta para la pregunta que varias horas antes me habían hecho. Lo que extraño de el es su compañía y la "seguridad" que me hacía sentir cuando me abrazaba en su cama antes de dormir. 
Entonces, si saco una conclusión de todo esto, a el no lo extraño tanto como extraño lo que me daba. Física y mentalmente es superable, reemplazable y hasta olvidable. Es cosa de dar vuelta la página y ya con esto es definitivo, tal cual el ya lo hizo hace mucho. 





Esta historia le pasó al amigo de un amigo.
Escrita por Amanda Soriano.
Basada en noches reales.

- Creo que cada acto tiene su consecuencia y cada situación su desenlace imperfecto. Nada puede estar tan bien como se imagina, pero si más mal de lo que se piensa. Si pudiera poner esta historia en una situación más cotidiana pondría un claro ejemplo: Elegí tomarme una piscola y mientras la disfrutaba  pusieron frente a mi un vaso puro de ron, de ese dorado que tanto me gusta, de ese que disfruto con un par de hielos, ese ron que esperaba hace tanto tiempo y que apareció en el momento menos indicado, teniendo que rechazarlo arrepentidamente. 

Si bien tengo gustos bien definidos, a ratos me dejo llevar por la situación y sin darme cuenta hago historias totalmente diferentes a las que quería. Esta no fue la excepción. 

Se sabe que las relaciones a distancia no duran mucho, pero creo tener un nuevo record para anotar. Con una separación de más de 50 kilómetros y un largo historial de conversaciones por facebook, mensajes de texto y llamadas donde la confianza explotaba en su totalidad, sin darme cuenta la estaba llamando otra vez pero ahora en su ciudad natal, con la pequeña distancia de unas cuadras y un panorama nocturno donde no se perdonaba no invitarla. 

Nos juntamos y en un sutil desliz de unas cuantas copas no me percaté cuando tenía mis brazos en ella, sus manos acariciaban mi rostro y sus labios rozaban los míos. Si. Sin pensarlo nos estábamos besando, sin darme cuenta estaba con ella. Sin razones estabamos haciendo algo que no se me había pasado por la cabeza. Tenía ganas de seguir pero la fiesta esperaba y no la encontrábamos. En una decisión acertada fuimos a dejarla a su casa y no pasaron ni dos segundos desde que bajo del vehículo para que un tipo que estaba sentad a mi lado, amigo de ella, empezara a hacer comentarios poco agraciados de esa chica. Creo que lo más suave que escuché fue: "Es maraca", "Se agarra a cualquier hueón". Si hay algo que me molesta en demasía es tener que oír esas frases tan repetidas, esas palabras tan poco agradables, esos comentarios totalmente innecesarios. Innecesarios porque me hicieron dudar toda la noche de ella. Innecesarios y poco acertados. Innecesarios y realmente fuera de lugar.

Despertar al otro día con caña no fue algo fuera de lo común. Recibir una llamada de ella diciendo que quería juntarse conmigo no era algo por lo que debía hacer un escándalo mundial. El tema deportivo por el que fui a esa ciudad, si era para darle importancia. Hice lo que tenía que hacer y con ella hablaría horas más tarde cuando me fuera de ese lugar y llegara a mi casa.

Decidí confiarle la conversación que tuve con su "amigo". Me aclaró que ese tipo siempre la dejaba mal con las personas, especialmente cuando recargaba sus ganas con algún destilado. Seguimos hablando y las cosas se arreglaron a tal punto que empezamos a salir. Quedamos en que ella vendría un fin de semana y al siguiente iría yo a verla y así sucesivamente para poder vernos. En nuestras conversaciones florecieron, como es normal en primavera, los "te quiero", el infaltable "mi amor" y en una plaga como la hierva mala que crece en mi patio los "te extraño". Iba todo bien, estaba haciendo buenas jugadas, estaba con alguien y no tenía de que quejarme.

Sin darme cuenta era fin de semana otra vez, era sábado y estaba con ella en mi casa. Era un día para compartir y quererla. Era solo un día porque a penas oscureció tuvo que volver al lugar de donde venía dejándome en manos de mis amigos con los que es predecible terminar el fin de semana. 

Las cosas siguieron su rumbo normal, el alcohol siempre fiel estaba puesto en la mesa y las ganas de bailar se sentían a lo lejos. Como es de costumbre terminamos en una discotheque. Y, como lo normal no calza bien en esta historia, ahora viene lo que me hace expresar en estas lineas mi descontento con el destino.

Eramos un grupo de cuatro o cinco, todos bailabamos y nos mareábamos con la luces. Eran quizá las dos de la mañana cuando sin querer divisé a la razón por las que todos los fines de semana iba a ese lugar. A la razón por la cual desistí de de pensar y me deje llevar por la corriente. Era ella y su cabello rubio, sus tacones altos y sus movimientos sutilmente controlados para no dar ni quitar mucho. Era ella que estaba frente a mi justo cuando en facebook, al lado de mi nombre, un corazón adornaba el espacio que durante mucho tiempo estuvo vacío. Me saludó y su boca se corrió un poco mas allá de la mejilla y no presisamente hacía la oreja. Me invitó a bailar, a dar una vuelta, a conversar un rato tranquilos lejos de la bulla musical y yo, en un acto consiente de la relación que tenía, la mire a los ojos y con solo una palabra perdí la oportunidad que esperaba hace meses. Por mucho que quisiera, por más ganas que tuviera, no correspondía. Mi noche entonces se dividió en dos. Por un lado no dejaba de sonar mi celular con llamadas desde muy lejos y por otro, en vivo y en directo estaba la chica que hace meses me gustaba pero que nunca, hasta ese día, me dio importancia. ¿Qué tenía que hacer entonces? Opté por no darle importancia a ninguna de esas voces, aunque sabía que después estaría arrepentido. 

Dicho y hecho. La música se acabó, con mis amigos emprendimos camino a nuestras casas y lo único que escuchaba eran críticas.

En cuanto mi cabeza volvió a su lugar y tome el peso de cuantas llamadas tenía perdidas, quise hacer lo correcto, o lo mejor según yo.

Tomé mi celular y envié dos mensajes; el fin de uno era pedir disculpas por lo que había pasado en la noche y el otro terminaba una relación que alcanzó a marcar una semana.

Pensaba entonces que si hubiera podido tomarme una piscola con dos hielos y una rodaja del limon más amarillo en el centro del vaso hoy me estaría arrepintiendo de algo que hice y no de algo que NO hice. El GAME OVER fue más rápido de lo que imaginada. Al final ya no tenía una piscola en la mano, ni un vaso de ron con hielo. Al final me había quedado con las manos vacías, con los brazos cruzados y sin pan ni pedazo. 



Aclaración:
Convencer: Conseguir mediante razones que una persona actúe o piense de un modo que inicialmente no era el deseado.
Confundir: Perturbar o causar desorden para hacer caer a una persona en el error.

Julio de 2012. Centro de esta pequeña ciudad. Siete y cuarto de la mañana. Cuatro personas en un mismo colchón.

Era una noche como todas las otras. Teníamos el típico juego de mesa, estábamos dotados de una buena cantidad de vino y como siempre el infaltable cigarro en la mano. Cuando la ronda terminó y nuestros cuerpos tambaleaban al levantarnos de las sillas fuimos a acostarnos, como siempre, al mismo lugar. Lo único que hacía diferente a esa noche era que a las 8:00 me levantaría y me iría a la casa de mi entonces pololo, como habíamos acordado la noche anterior. En consecuencia no dormiría nada y por sobre todas las cosas debía llegar en un buen estado.

Acostados, en el mismo colchón puesto estratégicamente en el suelo con otras dos personas, acariciaba su abdomen, como siempre. Sentía su olor, ese que me hace dormir. Dejaba que me abrazara porque no hay cosa que -hasta el día de hoy- me llene de tanta tranquilidad. Quería sentirlo y estar con el. Agradecía a la vida que por fin pudiera mirarlo de una forma sana. De una forma en la que el y yo pudiéramos complementarnos para bien. Agradecía que estuviera una vez más en mi camino, mientras hacia remolinos en su cabello. Sonreía y pensaba que todo estaba bien pero, de un momento a otro, puso su mano en mi cabeza, acarició mi frente y entre balbuceos y palabras confusas dijo una frase que hasta el día de hoy suena en mi mente: "Si no te convenzo, te confundo más". 

Mi reacción no fue del todo buena, quería escucharlo otra vez y de hecho pedí que lo repitiera pero estaba muy dormido para hacerlo. Desde ese momento mi mirada se volcó hacia el techo de la habitación y esperando a que amaneciera pensaba una y otra vez en eso. En cuanto pude ver la hora lo desperté para que me fuera a dejar a la entrada y poder llegar a mi siguiente destino.

El camino a la casa de mi "pololo" no fue más que un eterno cuestionario existencial: "¿Qué quería decir con eso?", "¿Qué pasaba por su mente en esos momentos que hizo que pensara en voz alta?" o "¿Con que fin las dijo?". No tenía respuestas en ese momento y no las tengo ahora.
Llegué y me acosté con el. Lo abrasé, lo besé, le dije cuanto lo amaba y mientras intentaba dormir sonaba ese eco en mi cabeza, esa frase se repetía una y otra vez, esas pocas palabras retumbaban en mi mente de una forma difícil de explicar, por que si hubiera podido hacerlo en ese momento no estaría hoy, lunes 22 de Octubre, pensándolo otra vez.

Creo que no saco mucho con darle vueltas a este tema. lo que paso esa noche se quedó en esas cuatro paredes. En ese colchón de dos plazas donde tres chicos dormían tranquilamente emanando un leve y sutil olor a Cabernet Sauvignon. En esos labios morados y esos espasmos a los que les he dado más importancia que a muchas cosas. 
Lo que pasó esa noche está testificado en un pequeño lado de la pared, guardado eternamente en mis recuerdos y por su puesto, escrito aquí para poder revivirlo mucho mejor.



ABZURDAH

Lo más triste de esto es que nunca pensé que te escribiría un mensaje con estas palabras, siempre pensé que lo haría solamente para felicitarte pero al terminar de leer tu libro, lo que diré ahora no estaba del todo planeado.

Estaba buscando tu libro hace mucho tiempo... años! Lo ví en un blog de "AYUDA" cuando tenía, creo, unos 14 años. Siempre quise leerlo. Siempre me llamo la atención. Y esta semana, después de varios años (unos 5 o 6) lo encontré en una biblioteca cerca de mi lugar de trabajo. No dude en comprarlo. Era un deseo que tenía desde que dí el gran paso a la adolescencia. Lo hice. Lo compré. Lo empecé a leer. En 3 días ya había llegado al final y mi reacción era tanto física como mental. Mi mente desorientada y mis ojos con lágrimas. Pensaba y decía: "¿Cómo pudo darle tanta importancia a un personaje pasajero en su vida?", "Tenía todo, y sin embargo, se cagó su vida con alguien que perfectamente pudo haber evitado". Y reaccioné. Pensé otra vez y me di cuenta de que durante todo este tiempo he estado haciendo lo mismo que esta escrito en tu libro... ¡exactamente lo mismo! 

Que puedo decirte Cielo, tu libro es una verdadera MIERDA! pero esa mierda me hizo abrir los ojos y ahora me doy cuenta de que no quiero seguir así. Mi vida está bien, mi familia está bien, mis mascotas también, tengo trabajo, dos o tres amigos... ¿Que más puedo pedir? Cualquier persona que pase en mi vida y no se quede, simplemente no era apta para disfrutarla conmigo.

Tu visión de la vida me ha hecho abrir los ojos. Gracias y no gracias. Más gracias que no gracias. 



Errar es humano. Parte de crecer es equivocarse una y otra vez para tener así herramientas con que defenderse en un futuro no muy lejano. Las vueltas de la vida son muy raras, el circulo vicioso en el que suelo caminar se está desviando y su forma se puede confundir en este momento perfectamente con un triángulo, uno con las puntas bien marcadas y cada una mas filosa que la otra. Lo raro es el archivo adjunto que se suma a esto, formando libremente a esto en  un cuadrado. Es aquí donde esta el problema, el sutil dilema existencial que hace que esto no tenga un final feliz. El grave y tenebroso problema que me desvía del camino. El leve, delicado y tenue enredo que le mueve el piso a esta historia. La sorpresa es pan de cada día. Para el asombro y la extrañeza ya he ensayado mi cara mil veces en el espejo. El susto y el desconcierto da más suspenso. Al final son todos sinónimos disfrazados. Si, y pocos lo sabían.

El hecho de hablar no me hace menos fuerte. Decir las cosas mirando a los ojos es de valientes. Correr el riesgo de tomar una decisión importante es parte de madurar. Corre, correr y correr es lo único que se hacer.



Me conformo con saber que todo tiene un final y que esta estabilidad que hace años algún día tendrá un piso firme donde poder apoyarme. En algún momento podré encontrar la paz absoluta, ya que la que tengo habitualmente la construyo día a día y la alimento de sueños que de a poco convierto en una realidad. Busco lo absoluto y elemental. Busco sentirme conforme con lo que hago. Encuentro en un par de hojas baratas y un lápiz con poca tinta un espacio para llorar y explayarme como nunca lo he hecho, libre de decir lo que se me venga a la cabeza, de pensar y dejar correr mi imaginación como más guste. De hablar sin recibir una crítica y de volar sin caer nunca más tan brusco al suelo. Dejar a mi ser ser quien realmente quien es. Dejar que por fin se libere de tanta presión.

Continuar es sinónimo de seguir, pero dudo a ratos de que esas palabras tengan algo que ver con "avanzar"... aun que también  pienso que no me cuadran si lo miro desde una forma física, por que con respecto a lo que "no se ve" está claro que esas palabras pueden ser totalmente iguales.

Tengo pensamientos innatos con respecto a la vida. Diseño diferentes formas de crear un mismo final . El desenlace será la sorpresa inesperada y. por su puesto, inadecuada para la situación.

Si... me estoy calentando la cabeza una vez más, dándole vueltas al asunto una y otra vez, escuchando una canción que dura 15 minutos solo para creer que puedo hacer que el tiempo pase más rápido.




Y hasta el día de hoy no sé en que se basan ciertas decisiones, pero se que algunas personas son sabias en su forma de actuar, en su forma de ser, en su extraña forma de ver las cosas...
No critico para nada lo que hacen, aprendí a querer en su totalidad, con la cantidad impresionante de altibajos que en un principio no me cuadraban pero que hoy justifica todo lo que ha pasado. Aprendí a querer de una forma que me cuesta mucho explicar, por que ni yo entiendo como de un día para otro me sonríen de la nada y me dan esa tranquilidad que tanto anhelaba. 

La historia continua, por muy pocas páginas que tenga este blog.
No dejo de sentir lo que siento solo por el hecho de no ver.

Disfruto en demasía solo por saber que esto esta "bien", aunque dudo existencialmente que esa palabra calze con mi personalidad, quizás la palabra exacta es "ESTABLE" ante tanto drama que se presenta. La tranquilidad en el alma con uno mismo no tiene precio. La verdad ante todo es solo un paso más  en el eterno camino a la felicidad. Girar en lo mismo solo lleva a tener resultados iguales a los anteriores. Tener la valentía de empezar de nuevo es cosa de pocos.

El telón ya se levantó. El show debe continuar... pero quien dice que hay que seguir en estricto rigor el guión? por qué no podemos darle un desenlace distinto a esto? Podemos dejar un final abierto, o mejor aun, no ponerle final y ver que depara el destino a cada uno de los personajes que pasajeramente pasan por esta historia.

Podemos, entonces, seguir un sendero? 



La ropa adecuada, el color indicado. El perfecto escote que disimule y me haga ver sutil cuando estoy a tu lado. El juego de abotonar mi blusa para que luego la rompas con pasión. La magia de creer que mientras más ropa llevo, mejor me veo... cuando en realidad sin ella me disfrutas en demasía, más que en cualquier otro momento. 

La idea de combinar y entrelazar mi ser contigo es una continua obsesión por querer que esto siga funcionando mientras que afuera la mística música de fondo es la de un final esperado.

Adorno cada palabra que te digo solo y exclusivamente para que pienses que esto es hermoso. Experimento y quiero llegar a un resultado, quiero saber si en verdad te interesa ver más allá... porque si no te importa, prefiero cambiar mi vestimenta y gritar: "Que pase el siguiente!", como ya lo he hecho un montón de veces.

Salir invicta de cualquier situación, nunca quedar mal con nadie, regalar siempre una sonrisa donde haya un ceño fruncido, marcar la diferencia con pequeños detalles, hacerte feliz aunque me cueste la vida. 



"El ARTE como excusa para crear.
El AMOR como excusa para follar."
Franie Rush. 


Creo que si alguien llegara diciéndome que me ama sin conocerme, le diría: "Si, me estoy cuidando y tengo condones en la cartera... ¿pagas tu el motel?". La verdad tiene muchas caras, distinta ropa, diferentes accesorios, voces singulares y un sin fin de explicaciones a las que pocas veces logro encontrarle la ética. Creí ese cuento, pero a los 16 o 17 años y hoy en día con mis cortas veinte primaveras dudo infinitamente de la falta de argumentos para lograr un coito. Conozco a hombres con una imaginación demasiado extensa y un montón de diálogos de películas que usan para conquistar y a otros mucho más superficiales que creen que tienen el "don de la palabra" y que con un simple "te amo" se le abren las puertas al cielo. 

Defiendo en estas siguientes lineas a quienes han marcado la enorme diferencia entre la minoría. Esos hombres que solo intentan crear felicidad a partir de pequeños detalles y demuestran que la vida no es mas que un libro en blanco en el que puedes escribir un millón de momentos agradables con alguien o simplemente complementando el diario vivir con quien quieras.
Muchos me enseñaron a vivir  sin depender físicamente de ellos. Muchos crearon una forma de pensar diferente, fuera de lo que suelo llamar "normal" o "común". Muchos han marcado mi vida para bien y esas experiencias me han ayudado a afrontar otras situaciones donde mi nivel de confusión supera la cantidad de momentos incómodos que me hacen sentirla. 

Gracias a ellos podría decir que no todos los hombres son iguales, que muchas pastelas solo atraen pasteles y que el que logra esforzarse por no quedarse con lo primero que encuentra a la vuelta de la esquina es recompensado de una forma de la que solo quienes lo logran pueden sentir y describir.

He tenido muchos desastres en mi vida, como también muchos por los que hasta el día de hoy pondría las manos al fuego. He tenido extremos bastante marcados y desenlaces que pude llevar a un mejor final. He tenido muchas historias y por suerte -en este momento- se afrontar lo que me pasa.

¿Hay algún momento en mi vida en el que soy mas propensa al poder del amor?



Aveces creo que mi viejo tiene razón al no dejarme rallar las paredes, ni pegar poster, ni hacer dibujos ni paisajes... ¿Se imaginan la enorme cantidad de nombres tachados o corazones rotos que podrían haber? Creo que me faltarían paredes para poder explicarlo pero se entiende a lo que voy, son demasiados y creo que viven mejor en mis recuerdos que en una blanca pared. Lo malo de esto es que mi mente es muy endeble y se adapta bien al principio de la situación, pero a medida que avanzan las cosas suele jugarme en contra y afloran entonces todos esos sentimientos que bajo siete llaves guardaba. He ahí el problema. Las digo fuera de tiempo, pero sobretodo fuera de lugar y contexto. Es por esto y por muchas otras circunstancias en las que he quedado como "soltera despechada" que decidí escribir todo lo que me sucedía, es decir, dejarlo plasmado en unas cuantas hojas de papel barato o subirlo a un blog olvidado... la cosa era sacarlos de mi cabeza y a la vez tener un respaldo frágil que pudiera romper o eliminar en cualquier momento.

Pensé también tatuar cada lío amoroso que he tenido, pero creo que me faltaría espacio para que me cupieran todos los nombres, fechas y razones de termino. Por suerte soy una persona arrebatada en otras cosas y tengo claro que cada relación tiene su fin y por lo mismo no haré que sea eterna solo porque está explicada gráficamente. Lo que si hago es comprar una nueva prenda para mi armario, colgarla y pensar seriamente durante un tiempo si usarla o no. Y me preguntó una vez más: ¿Por qué tengo mas ropa de verano que de invierno? 

Todo método de sobre vivencia es aceptado, mientras no le haga daño a nadie y no me perjudique. Cada uno busca la forma más fácil de llevar su realidad. Cada uno le pone el nombre que quiere a su verdad, pero más que nada, busca una salida entre tanto escándalo mediático. 
Este año parece ser un poco distinto... no he comprado tantas chaquetas ni pantalones, tampoco zapatos ni poleras. Mi closet hoy en día esta lleno de blusas. Blusas de Franela.



¿Cuál es el mejor momento para comenzar de nuevo? Opciones tengo muchas; el fin y el comienzo de un nuevo día, la página arrancada del calendario, el nuevo color de pelo, la talla menos en el pantalón, el abrir y cerrar de ojos, el nuevo conflicto que te hace olvidar el anterior... 

"Quien no cierra su ciclo de líos interiores difícilmente puede empezar de nuevo."



Franie Rush. Con la tecnología de Blogger.
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Buin, Santiago, Chile
Terapeuta Integral con conocimientos en Flores de Bach, masajes, técnicas de liberación emocional, fitoterapia, programación neurolingüistica, entre otros. Actualmente trabajando en "The Living Room Therapy" Centro de atención psicológica y terapias complementarias.