Mi psicóloga me hizo una pregunta tan básica que me sorprendió no haber sabido la respuesta.

- ¿Qué extrañas de el?
- Sinceramente... no sé.

Y no lo supe hasta un buen rato después.

Pensé, entonces, cuando salí de su oficina con los ojos llorosos y un nudo en mi garganta. Cuando caminé hacia el mesón para pedir una hora en dos semanas más. Cuando daba un paso tras otro para llegar al ascensor. Cuando bajé y sentí esa sensación de mareo mientras me miraba en los espejos. Cuando tomé el metro en estación Tobalaba destino Pajaritos. Cuando llegué a Estación Central y caminé por todo el paseo. Cuando tomé la primera micro que encontré. Cuando, en vez de demorarme cuarenta minutos en el trayecto Santiago-Buin, me demoré una hora y media por el enorme atochamiento de autos. Cuando me bajé en la plaza con un destino incierto. Cuando me detuve a saludar a sus amigos. Cuando me senté a saludar a los míos y no lo supe hasta que lo vi llegar unos minutos después y a escasos pasos de mi.

Creo no haber sentido una sensación de ahogo tan extrema desde que Rodrigo se sentó en la banca que estaba frente al pastizal donde yacía acostada y -como es de costumbre- ni siquiera me miró. Esa sensación de pre-infarto donde a mi corazón acelerado le faltaba poco para salir de mi pecho. Mis manos no lograban coordinar movimientos. Temblaba. Balbuceaba palabras. Mis piernas no respondían cuando les decía: "Vamos, ¡caminen! no dejen que me vea llorar". Si... físicamente reaccioné demasiado mal y mentalmente el colapso nervioso se acercaba. Tenía 2 opciones:

1.- Levantarme y  sutilmente salir corriendo, dejándome como invicta en la situación.
2.- Quedarme sentada ahí y afrontarlo de una vez.

Cualquier decisión que tomara tenía su riesgo. Ya me había visto. Ya se estaba acercando. Ya estaba frente a mi cuando me había decidido por la primera. Ahora solo podía quedarme con la segunda.

Me saludó de la forma mas "amigable" que pudo. Con eso me refiero -claramente- al típico beso en la mejilla, ese mudo y frío que tanto odio después de meses de saludarnos enamoradamente. Su mano la puso en mi cabeza para acercarme a el y el "hola Fran" terminó por destruirme. Más que cualquier otra cosa me dolió escuchar eso. Ya no es (y no va a ser jamás) un "hola chanchita" o un "hola guatona" y menos un "hola mi amor". Para el, ahora soy "Fran" y ni siquiera "Franie". Soy "Fran" con esa voz grave y esos ojos bajos. Ese nombre pronunciado con desprecio y con ganas de no haberlo conocido jamás. Soy "Fran" y el punto aparte, por que no hay para que seguir en esto; se acabó y... se acabó.

Aunque no tengo razones para reclamar, me duele sentir esa distancia que antes lográbamos disimular. Me da pena no poder abrazarlo como antes, no poder sentirlo, acariciarlo, quererlo, amarlo...
Extraño despertar  con el en la mañana. Que fuera lo primero que mis ojos veían cuando se abrían. Que sus brazos estuvieran como enredadera en mi cuerpo desnudo. Que sus manos acariciaran las mías. Escuchar siempre el "Buenos días, mi amor".

Fue ahí, entonces, que encontré la respuesta para la pregunta que varias horas antes me habían hecho. Lo que extraño de el es su compañía y la "seguridad" que me hacía sentir cuando me abrazaba en su cama antes de dormir. 
Entonces, si saco una conclusión de todo esto, a el no lo extraño tanto como extraño lo que me daba. Física y mentalmente es superable, reemplazable y hasta olvidable. Es cosa de dar vuelta la página y ya con esto es definitivo, tal cual el ya lo hizo hace mucho. 





Esta historia le pasó al amigo de un amigo.
Escrita por Amanda Soriano.
Basada en noches reales.

- Creo que cada acto tiene su consecuencia y cada situación su desenlace imperfecto. Nada puede estar tan bien como se imagina, pero si más mal de lo que se piensa. Si pudiera poner esta historia en una situación más cotidiana pondría un claro ejemplo: Elegí tomarme una piscola y mientras la disfrutaba  pusieron frente a mi un vaso puro de ron, de ese dorado que tanto me gusta, de ese que disfruto con un par de hielos, ese ron que esperaba hace tanto tiempo y que apareció en el momento menos indicado, teniendo que rechazarlo arrepentidamente. 

Si bien tengo gustos bien definidos, a ratos me dejo llevar por la situación y sin darme cuenta hago historias totalmente diferentes a las que quería. Esta no fue la excepción. 

Se sabe que las relaciones a distancia no duran mucho, pero creo tener un nuevo record para anotar. Con una separación de más de 50 kilómetros y un largo historial de conversaciones por facebook, mensajes de texto y llamadas donde la confianza explotaba en su totalidad, sin darme cuenta la estaba llamando otra vez pero ahora en su ciudad natal, con la pequeña distancia de unas cuadras y un panorama nocturno donde no se perdonaba no invitarla. 

Nos juntamos y en un sutil desliz de unas cuantas copas no me percaté cuando tenía mis brazos en ella, sus manos acariciaban mi rostro y sus labios rozaban los míos. Si. Sin pensarlo nos estábamos besando, sin darme cuenta estaba con ella. Sin razones estabamos haciendo algo que no se me había pasado por la cabeza. Tenía ganas de seguir pero la fiesta esperaba y no la encontrábamos. En una decisión acertada fuimos a dejarla a su casa y no pasaron ni dos segundos desde que bajo del vehículo para que un tipo que estaba sentad a mi lado, amigo de ella, empezara a hacer comentarios poco agraciados de esa chica. Creo que lo más suave que escuché fue: "Es maraca", "Se agarra a cualquier hueón". Si hay algo que me molesta en demasía es tener que oír esas frases tan repetidas, esas palabras tan poco agradables, esos comentarios totalmente innecesarios. Innecesarios porque me hicieron dudar toda la noche de ella. Innecesarios y poco acertados. Innecesarios y realmente fuera de lugar.

Despertar al otro día con caña no fue algo fuera de lo común. Recibir una llamada de ella diciendo que quería juntarse conmigo no era algo por lo que debía hacer un escándalo mundial. El tema deportivo por el que fui a esa ciudad, si era para darle importancia. Hice lo que tenía que hacer y con ella hablaría horas más tarde cuando me fuera de ese lugar y llegara a mi casa.

Decidí confiarle la conversación que tuve con su "amigo". Me aclaró que ese tipo siempre la dejaba mal con las personas, especialmente cuando recargaba sus ganas con algún destilado. Seguimos hablando y las cosas se arreglaron a tal punto que empezamos a salir. Quedamos en que ella vendría un fin de semana y al siguiente iría yo a verla y así sucesivamente para poder vernos. En nuestras conversaciones florecieron, como es normal en primavera, los "te quiero", el infaltable "mi amor" y en una plaga como la hierva mala que crece en mi patio los "te extraño". Iba todo bien, estaba haciendo buenas jugadas, estaba con alguien y no tenía de que quejarme.

Sin darme cuenta era fin de semana otra vez, era sábado y estaba con ella en mi casa. Era un día para compartir y quererla. Era solo un día porque a penas oscureció tuvo que volver al lugar de donde venía dejándome en manos de mis amigos con los que es predecible terminar el fin de semana. 

Las cosas siguieron su rumbo normal, el alcohol siempre fiel estaba puesto en la mesa y las ganas de bailar se sentían a lo lejos. Como es de costumbre terminamos en una discotheque. Y, como lo normal no calza bien en esta historia, ahora viene lo que me hace expresar en estas lineas mi descontento con el destino.

Eramos un grupo de cuatro o cinco, todos bailabamos y nos mareábamos con la luces. Eran quizá las dos de la mañana cuando sin querer divisé a la razón por las que todos los fines de semana iba a ese lugar. A la razón por la cual desistí de de pensar y me deje llevar por la corriente. Era ella y su cabello rubio, sus tacones altos y sus movimientos sutilmente controlados para no dar ni quitar mucho. Era ella que estaba frente a mi justo cuando en facebook, al lado de mi nombre, un corazón adornaba el espacio que durante mucho tiempo estuvo vacío. Me saludó y su boca se corrió un poco mas allá de la mejilla y no presisamente hacía la oreja. Me invitó a bailar, a dar una vuelta, a conversar un rato tranquilos lejos de la bulla musical y yo, en un acto consiente de la relación que tenía, la mire a los ojos y con solo una palabra perdí la oportunidad que esperaba hace meses. Por mucho que quisiera, por más ganas que tuviera, no correspondía. Mi noche entonces se dividió en dos. Por un lado no dejaba de sonar mi celular con llamadas desde muy lejos y por otro, en vivo y en directo estaba la chica que hace meses me gustaba pero que nunca, hasta ese día, me dio importancia. ¿Qué tenía que hacer entonces? Opté por no darle importancia a ninguna de esas voces, aunque sabía que después estaría arrepentido. 

Dicho y hecho. La música se acabó, con mis amigos emprendimos camino a nuestras casas y lo único que escuchaba eran críticas.

En cuanto mi cabeza volvió a su lugar y tome el peso de cuantas llamadas tenía perdidas, quise hacer lo correcto, o lo mejor según yo.

Tomé mi celular y envié dos mensajes; el fin de uno era pedir disculpas por lo que había pasado en la noche y el otro terminaba una relación que alcanzó a marcar una semana.

Pensaba entonces que si hubiera podido tomarme una piscola con dos hielos y una rodaja del limon más amarillo en el centro del vaso hoy me estaría arrepintiendo de algo que hice y no de algo que NO hice. El GAME OVER fue más rápido de lo que imaginada. Al final ya no tenía una piscola en la mano, ni un vaso de ron con hielo. Al final me había quedado con las manos vacías, con los brazos cruzados y sin pan ni pedazo. 



Aclaración:
Convencer: Conseguir mediante razones que una persona actúe o piense de un modo que inicialmente no era el deseado.
Confundir: Perturbar o causar desorden para hacer caer a una persona en el error.

Julio de 2012. Centro de esta pequeña ciudad. Siete y cuarto de la mañana. Cuatro personas en un mismo colchón.

Era una noche como todas las otras. Teníamos el típico juego de mesa, estábamos dotados de una buena cantidad de vino y como siempre el infaltable cigarro en la mano. Cuando la ronda terminó y nuestros cuerpos tambaleaban al levantarnos de las sillas fuimos a acostarnos, como siempre, al mismo lugar. Lo único que hacía diferente a esa noche era que a las 8:00 me levantaría y me iría a la casa de mi entonces pololo, como habíamos acordado la noche anterior. En consecuencia no dormiría nada y por sobre todas las cosas debía llegar en un buen estado.

Acostados, en el mismo colchón puesto estratégicamente en el suelo con otras dos personas, acariciaba su abdomen, como siempre. Sentía su olor, ese que me hace dormir. Dejaba que me abrazara porque no hay cosa que -hasta el día de hoy- me llene de tanta tranquilidad. Quería sentirlo y estar con el. Agradecía a la vida que por fin pudiera mirarlo de una forma sana. De una forma en la que el y yo pudiéramos complementarnos para bien. Agradecía que estuviera una vez más en mi camino, mientras hacia remolinos en su cabello. Sonreía y pensaba que todo estaba bien pero, de un momento a otro, puso su mano en mi cabeza, acarició mi frente y entre balbuceos y palabras confusas dijo una frase que hasta el día de hoy suena en mi mente: "Si no te convenzo, te confundo más". 

Mi reacción no fue del todo buena, quería escucharlo otra vez y de hecho pedí que lo repitiera pero estaba muy dormido para hacerlo. Desde ese momento mi mirada se volcó hacia el techo de la habitación y esperando a que amaneciera pensaba una y otra vez en eso. En cuanto pude ver la hora lo desperté para que me fuera a dejar a la entrada y poder llegar a mi siguiente destino.

El camino a la casa de mi "pololo" no fue más que un eterno cuestionario existencial: "¿Qué quería decir con eso?", "¿Qué pasaba por su mente en esos momentos que hizo que pensara en voz alta?" o "¿Con que fin las dijo?". No tenía respuestas en ese momento y no las tengo ahora.
Llegué y me acosté con el. Lo abrasé, lo besé, le dije cuanto lo amaba y mientras intentaba dormir sonaba ese eco en mi cabeza, esa frase se repetía una y otra vez, esas pocas palabras retumbaban en mi mente de una forma difícil de explicar, por que si hubiera podido hacerlo en ese momento no estaría hoy, lunes 22 de Octubre, pensándolo otra vez.

Creo que no saco mucho con darle vueltas a este tema. lo que paso esa noche se quedó en esas cuatro paredes. En ese colchón de dos plazas donde tres chicos dormían tranquilamente emanando un leve y sutil olor a Cabernet Sauvignon. En esos labios morados y esos espasmos a los que les he dado más importancia que a muchas cosas. 
Lo que pasó esa noche está testificado en un pequeño lado de la pared, guardado eternamente en mis recuerdos y por su puesto, escrito aquí para poder revivirlo mucho mejor.



ABZURDAH

Lo más triste de esto es que nunca pensé que te escribiría un mensaje con estas palabras, siempre pensé que lo haría solamente para felicitarte pero al terminar de leer tu libro, lo que diré ahora no estaba del todo planeado.

Estaba buscando tu libro hace mucho tiempo... años! Lo ví en un blog de "AYUDA" cuando tenía, creo, unos 14 años. Siempre quise leerlo. Siempre me llamo la atención. Y esta semana, después de varios años (unos 5 o 6) lo encontré en una biblioteca cerca de mi lugar de trabajo. No dude en comprarlo. Era un deseo que tenía desde que dí el gran paso a la adolescencia. Lo hice. Lo compré. Lo empecé a leer. En 3 días ya había llegado al final y mi reacción era tanto física como mental. Mi mente desorientada y mis ojos con lágrimas. Pensaba y decía: "¿Cómo pudo darle tanta importancia a un personaje pasajero en su vida?", "Tenía todo, y sin embargo, se cagó su vida con alguien que perfectamente pudo haber evitado". Y reaccioné. Pensé otra vez y me di cuenta de que durante todo este tiempo he estado haciendo lo mismo que esta escrito en tu libro... ¡exactamente lo mismo! 

Que puedo decirte Cielo, tu libro es una verdadera MIERDA! pero esa mierda me hizo abrir los ojos y ahora me doy cuenta de que no quiero seguir así. Mi vida está bien, mi familia está bien, mis mascotas también, tengo trabajo, dos o tres amigos... ¿Que más puedo pedir? Cualquier persona que pase en mi vida y no se quede, simplemente no era apta para disfrutarla conmigo.

Tu visión de la vida me ha hecho abrir los ojos. Gracias y no gracias. Más gracias que no gracias. 



Errar es humano. Parte de crecer es equivocarse una y otra vez para tener así herramientas con que defenderse en un futuro no muy lejano. Las vueltas de la vida son muy raras, el circulo vicioso en el que suelo caminar se está desviando y su forma se puede confundir en este momento perfectamente con un triángulo, uno con las puntas bien marcadas y cada una mas filosa que la otra. Lo raro es el archivo adjunto que se suma a esto, formando libremente a esto en  un cuadrado. Es aquí donde esta el problema, el sutil dilema existencial que hace que esto no tenga un final feliz. El grave y tenebroso problema que me desvía del camino. El leve, delicado y tenue enredo que le mueve el piso a esta historia. La sorpresa es pan de cada día. Para el asombro y la extrañeza ya he ensayado mi cara mil veces en el espejo. El susto y el desconcierto da más suspenso. Al final son todos sinónimos disfrazados. Si, y pocos lo sabían.

El hecho de hablar no me hace menos fuerte. Decir las cosas mirando a los ojos es de valientes. Correr el riesgo de tomar una decisión importante es parte de madurar. Corre, correr y correr es lo único que se hacer.



Me conformo con saber que todo tiene un final y que esta estabilidad que hace años algún día tendrá un piso firme donde poder apoyarme. En algún momento podré encontrar la paz absoluta, ya que la que tengo habitualmente la construyo día a día y la alimento de sueños que de a poco convierto en una realidad. Busco lo absoluto y elemental. Busco sentirme conforme con lo que hago. Encuentro en un par de hojas baratas y un lápiz con poca tinta un espacio para llorar y explayarme como nunca lo he hecho, libre de decir lo que se me venga a la cabeza, de pensar y dejar correr mi imaginación como más guste. De hablar sin recibir una crítica y de volar sin caer nunca más tan brusco al suelo. Dejar a mi ser ser quien realmente quien es. Dejar que por fin se libere de tanta presión.

Continuar es sinónimo de seguir, pero dudo a ratos de que esas palabras tengan algo que ver con "avanzar"... aun que también  pienso que no me cuadran si lo miro desde una forma física, por que con respecto a lo que "no se ve" está claro que esas palabras pueden ser totalmente iguales.

Tengo pensamientos innatos con respecto a la vida. Diseño diferentes formas de crear un mismo final . El desenlace será la sorpresa inesperada y. por su puesto, inadecuada para la situación.

Si... me estoy calentando la cabeza una vez más, dándole vueltas al asunto una y otra vez, escuchando una canción que dura 15 minutos solo para creer que puedo hacer que el tiempo pase más rápido.




Y hasta el día de hoy no sé en que se basan ciertas decisiones, pero se que algunas personas son sabias en su forma de actuar, en su forma de ser, en su extraña forma de ver las cosas...
No critico para nada lo que hacen, aprendí a querer en su totalidad, con la cantidad impresionante de altibajos que en un principio no me cuadraban pero que hoy justifica todo lo que ha pasado. Aprendí a querer de una forma que me cuesta mucho explicar, por que ni yo entiendo como de un día para otro me sonríen de la nada y me dan esa tranquilidad que tanto anhelaba. 

La historia continua, por muy pocas páginas que tenga este blog.
No dejo de sentir lo que siento solo por el hecho de no ver.

Disfruto en demasía solo por saber que esto esta "bien", aunque dudo existencialmente que esa palabra calze con mi personalidad, quizás la palabra exacta es "ESTABLE" ante tanto drama que se presenta. La tranquilidad en el alma con uno mismo no tiene precio. La verdad ante todo es solo un paso más  en el eterno camino a la felicidad. Girar en lo mismo solo lleva a tener resultados iguales a los anteriores. Tener la valentía de empezar de nuevo es cosa de pocos.

El telón ya se levantó. El show debe continuar... pero quien dice que hay que seguir en estricto rigor el guión? por qué no podemos darle un desenlace distinto a esto? Podemos dejar un final abierto, o mejor aun, no ponerle final y ver que depara el destino a cada uno de los personajes que pasajeramente pasan por esta historia.

Podemos, entonces, seguir un sendero? 



La ropa adecuada, el color indicado. El perfecto escote que disimule y me haga ver sutil cuando estoy a tu lado. El juego de abotonar mi blusa para que luego la rompas con pasión. La magia de creer que mientras más ropa llevo, mejor me veo... cuando en realidad sin ella me disfrutas en demasía, más que en cualquier otro momento. 

La idea de combinar y entrelazar mi ser contigo es una continua obsesión por querer que esto siga funcionando mientras que afuera la mística música de fondo es la de un final esperado.

Adorno cada palabra que te digo solo y exclusivamente para que pienses que esto es hermoso. Experimento y quiero llegar a un resultado, quiero saber si en verdad te interesa ver más allá... porque si no te importa, prefiero cambiar mi vestimenta y gritar: "Que pase el siguiente!", como ya lo he hecho un montón de veces.

Salir invicta de cualquier situación, nunca quedar mal con nadie, regalar siempre una sonrisa donde haya un ceño fruncido, marcar la diferencia con pequeños detalles, hacerte feliz aunque me cueste la vida. 



"El ARTE como excusa para crear.
El AMOR como excusa para follar."
Franie Rush. 


Creo que si alguien llegara diciéndome que me ama sin conocerme, le diría: "Si, me estoy cuidando y tengo condones en la cartera... ¿pagas tu el motel?". La verdad tiene muchas caras, distinta ropa, diferentes accesorios, voces singulares y un sin fin de explicaciones a las que pocas veces logro encontrarle la ética. Creí ese cuento, pero a los 16 o 17 años y hoy en día con mis cortas veinte primaveras dudo infinitamente de la falta de argumentos para lograr un coito. Conozco a hombres con una imaginación demasiado extensa y un montón de diálogos de películas que usan para conquistar y a otros mucho más superficiales que creen que tienen el "don de la palabra" y que con un simple "te amo" se le abren las puertas al cielo. 

Defiendo en estas siguientes lineas a quienes han marcado la enorme diferencia entre la minoría. Esos hombres que solo intentan crear felicidad a partir de pequeños detalles y demuestran que la vida no es mas que un libro en blanco en el que puedes escribir un millón de momentos agradables con alguien o simplemente complementando el diario vivir con quien quieras.
Muchos me enseñaron a vivir  sin depender físicamente de ellos. Muchos crearon una forma de pensar diferente, fuera de lo que suelo llamar "normal" o "común". Muchos han marcado mi vida para bien y esas experiencias me han ayudado a afrontar otras situaciones donde mi nivel de confusión supera la cantidad de momentos incómodos que me hacen sentirla. 

Gracias a ellos podría decir que no todos los hombres son iguales, que muchas pastelas solo atraen pasteles y que el que logra esforzarse por no quedarse con lo primero que encuentra a la vuelta de la esquina es recompensado de una forma de la que solo quienes lo logran pueden sentir y describir.

He tenido muchos desastres en mi vida, como también muchos por los que hasta el día de hoy pondría las manos al fuego. He tenido extremos bastante marcados y desenlaces que pude llevar a un mejor final. He tenido muchas historias y por suerte -en este momento- se afrontar lo que me pasa.

¿Hay algún momento en mi vida en el que soy mas propensa al poder del amor?



Aveces creo que mi viejo tiene razón al no dejarme rallar las paredes, ni pegar poster, ni hacer dibujos ni paisajes... ¿Se imaginan la enorme cantidad de nombres tachados o corazones rotos que podrían haber? Creo que me faltarían paredes para poder explicarlo pero se entiende a lo que voy, son demasiados y creo que viven mejor en mis recuerdos que en una blanca pared. Lo malo de esto es que mi mente es muy endeble y se adapta bien al principio de la situación, pero a medida que avanzan las cosas suele jugarme en contra y afloran entonces todos esos sentimientos que bajo siete llaves guardaba. He ahí el problema. Las digo fuera de tiempo, pero sobretodo fuera de lugar y contexto. Es por esto y por muchas otras circunstancias en las que he quedado como "soltera despechada" que decidí escribir todo lo que me sucedía, es decir, dejarlo plasmado en unas cuantas hojas de papel barato o subirlo a un blog olvidado... la cosa era sacarlos de mi cabeza y a la vez tener un respaldo frágil que pudiera romper o eliminar en cualquier momento.

Pensé también tatuar cada lío amoroso que he tenido, pero creo que me faltaría espacio para que me cupieran todos los nombres, fechas y razones de termino. Por suerte soy una persona arrebatada en otras cosas y tengo claro que cada relación tiene su fin y por lo mismo no haré que sea eterna solo porque está explicada gráficamente. Lo que si hago es comprar una nueva prenda para mi armario, colgarla y pensar seriamente durante un tiempo si usarla o no. Y me preguntó una vez más: ¿Por qué tengo mas ropa de verano que de invierno? 

Todo método de sobre vivencia es aceptado, mientras no le haga daño a nadie y no me perjudique. Cada uno busca la forma más fácil de llevar su realidad. Cada uno le pone el nombre que quiere a su verdad, pero más que nada, busca una salida entre tanto escándalo mediático. 
Este año parece ser un poco distinto... no he comprado tantas chaquetas ni pantalones, tampoco zapatos ni poleras. Mi closet hoy en día esta lleno de blusas. Blusas de Franela.



¿Cuál es el mejor momento para comenzar de nuevo? Opciones tengo muchas; el fin y el comienzo de un nuevo día, la página arrancada del calendario, el nuevo color de pelo, la talla menos en el pantalón, el abrir y cerrar de ojos, el nuevo conflicto que te hace olvidar el anterior... 

"Quien no cierra su ciclo de líos interiores difícilmente puede empezar de nuevo."



Franie Rush. Con la tecnología de Blogger.
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Buin, Santiago, Chile
Terapeuta Integral con conocimientos en Flores de Bach, masajes, técnicas de liberación emocional, fitoterapia, programación neurolingüistica, entre otros. Actualmente trabajando en "The Living Room Therapy" Centro de atención psicológica y terapias complementarias.