El tiempo es relativo según el lugar donde lo estés viviendo. En el mundo real, 7 meses tienen 214 días, 5136 horas y 308160 minutos  aproximadamente. En el mundo imaginario, 7 meses pueden parecer eternos, hasta podría compararlo con años y décadas... pero los cinco minutos imaginarios  que solía tener en la cama antes de levantarme  esta vez han sido reales y es eso lo que me ha causado intriga. 

Fue extraño volver a dormir ahí después de tanto tiempo. Fue raro despertar con El otra vez. Fue sorprendente ver como ese árbol tenía un montón de hermosas hojas verdes que con fuerza se agarraban de  la rama. Eso es lo que más me marcó, y me tiene pensando todavía.

Abril/Mayo del 2012, los cincuenta días más hermosos de mi vida. Esos días donde no importaba lo que pasaba, solo era feliz. Daba lo mismo cada situación, tenía el control de una y el ambiente perfecto para no llevarlo a cabo, lo que hacía a mi desafío más difícil y a la recompensa mas sabrosa. Cincuenta días en la casa imaginaria, la Mansión Foster, donde no hacíamos más que fumar. Ese montón de tiempo en el que no probé una gota de alcohol, pero si viví una realidad alternativa, una realidad fuera del contexto de lo "normal", una realidad de la que extraño ser parte pero no por lo que sucedía en el exterior, sino por lo que yo avanzaba en mi  interior.
Aprendí a vivir conmigo, a ser la primera opción cuando necesitaba a alguien en quien confiar, a mirarme a mi como una amiga y no como a una desconocida. Fue un tiempo en el cual tuve a quien seguir, tuve a quien mirar como ejemplo, a quien amar de una forma individualista sin dejar de lado el sentimiento mutuo. Fueron los 50 días más hermosos de mi vida en el que tres eramos multitud y no necesitábamos nada más. 
Amaba que fuera viernes por que significaba una entretenida noche de pijamada sin pijama, con suerte usábamos calcetines, ropa interior y un par de condones. Amaba que no tuviera de que preocuparme los sábados, lo que hacía de la salida de  ese día un pase liberado a la distorsión total. Amaba despertar los domingos con la compañía perfecta, levantarme como podía de la cama, con frío y escasa ropa para mirar por la ventana y ver si el sol brillaba sobre nosotros  o si la lluvia seguía a tal punto de que había dejado todo inundado. Había algo que nunca cambiaba en el paisaje, en la vista por la ventana para ver la calle, era algo que adornaba lo hermoso y daba ese toque sutil que no necesitaba. Un simple árbol, que por ser otoño no tenía hojas ya que estaban todas en el techo. Era un detalle que para todos pasaba desapercibido pero que para mi marcaba el paso del tiempo, cual si fuera reloj cada hoja que caía era un segundo que pasaba y cada segundo era un momento más de felicidad. 

La historia continuó como todos saben y llegó el momento en que ya no visité más ese lugar. Fueron dos o tres meses en que me perdí de lo hermoso de vivir y me encerré en una enfermiza relación que me alejó del mundo. Fueron meses en los que descendí hasta más abajo del suelo y mi autoestima se fue a la mierda. Fueron instantes que preferiría no recordar aunque la realidad me los muestre diariamente, pero si no aprendo a vivir con eso me resulta imposible poder superarlo y necesito dejarlo atrás.
Es en este momento en el que agradezco que mi vida sea un circulo vicioso del que me cuesta mucho salir ya que más de alguna vez me pone al mismo error en el camino para aprender a aceptarlo y mirarlo como experiencia, o amarlo más de lo que ya lo hago y esta no fue la excepción, un a vez más puso en mi camino a la persona menos indicada para hacer de mis 39 días una nueva cuenta regresiva para anotar. 

Despertar ayer fue un místico sentimiento entre amor y pena. Levantarme, mirar por la ventana y ver hojas donde antes habían ramas fue darme cuenta del tiempo que había pasado... un montón de tiempo real. Alrededor de 7 meses y dos estaciones, un novio para mi y la pareja estable de El, los muebles que ya no estaban y los que ya habían tomado su rincón en el hogar. Sentir esa compañía que tanto amo y tener que vestirme en 5 minutos reales por que El debía seguir su vida normal y yo también fue abrir los ojos y pensar realmente que nada volvería a ser como antes, pero que el sentimiento sigue aunque sea solo en ese momento, aunque sea solo en esa cama que tiene el mismo sonido de siempre, aunque sean pocas veces pero es realmente cuando nos nace. 
Sentí lo mismo que la primera vez, viví el mismo amor momentáneo y la misma sensación de escalofríos al tenerlo cerca. Quise hacerlo durar más, pero como dije anteriormente, son pocas las cosas que puedo rescatar y hacerlas de igual manera que antes. 



Recuerdo que alguna vez viví del momento, disfruté la instancia perfecta y aproveche hasta el último segundo de la compañía diaria del que estuviera de turno. Alguna vez fui realmente impulsiva y hoy me cuestiono compulsivamente por que ya no soy así. La pregunta es clara y solo una el viernes en la noche: "¿Me lo tiro?". Y la respuesta me sorprende a tal punto que quedo anonadada: "No Fran, no hay necesidad...".
No lo entiendo, no logro comprenderlo... no sé que estoy buscando inconscientemente pero si sé que me hace no querer tener lazos sentimentales: el miedo.

El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad.

Miedo, terror, temor excesivo a estar con alguien, a tener una relación sentimental, a volver a ser dependiente, a que no me responda de la forma que le pido, a que no esté ahí en cualquier momento, que no pueda complacerme en cada maña que tenga. Me da miedo dañar, herir, hacer sufrir... cosas que nunca antes había sentido.

No puedo estar con alguien, no puedo ser feliz en compañía de otra persona, no puedo llevar a cabo una relación por que cada vez que pienso que quiero tenerla, se vienen a mi cabeza todos esos momentos con mi último novio con el que ya no estoy hace 3 meses. Cada vez que me entregan un poco de cariño mi única reacción es salir corriendo y ojala poder escapar lo más lejos posible de eso.  Escuchar un "Te quiero" ya es sinónimo de vómitos y mareos. El abrazo de un desconocido al que antiguamente me hubiera tirado esa misma noche hasta en el baño de un pub, ahora le sigue un "déjame" y mi horrible e innato descontento. 

Llevo 33 días sin dar un beso, sin acostarme con nadie, sin incitar a nadie a hacerlo tampoco. Treinta y tres días en los que he tenido un bloqueo emocional y sentimental que no me deja disfrutar. Un montón de tiempo en el que pude hacer tantas cosas... pero siento que no soy yo quien los vivió y que por lo mismo me sorprende tanto estar en estos momentos así. 

No sé que hacer... siento que mi vida la esta viviendo una desconocida, que mis palabras y mis actos son tan racionales y fríos que no se adecuarían nunca con mi perfil. Siento que mi vida se esta yendo y que ni siquiera puedo parar y mirarla desde afuera, no puedo ser parte de ella... no estoy viviendo, sigo caminando  por inercia. 

Estoy acá, pero en esta obra llamada "Realidad" no soy yo quien actúa. 



Franie Rush. Con la tecnología de Blogger.
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Buin, Santiago, Chile
Terapeuta Integral con conocimientos en Flores de Bach, masajes, técnicas de liberación emocional, fitoterapia, programación neurolingüistica, entre otros. Actualmente trabajando en "The Living Room Therapy" Centro de atención psicológica y terapias complementarias.