De los creadores de "Sin pan ni pedazo" y "Síndrome de cara de día domingo" llega estrenando en la pantalla chica y sin color, con bajo presupuesto y un par de piscolas encima... "Miedo a despertar" una historia verídica y mal redactada.
Que mala presentación. Creo que sonaba mejor en mi cabeza, con megáfonos y serpentinas, challas y globos, pitos y vasos llenos de amnesia temporal... pero bueno, se entiende que quería presentarlo a lo grande. Por fin he decidido a hablar del tema. Encarar lo que durante años me ha mantenido enclaustrada en mi mente. Dar a conocer una parte de mi...esa que me cuesta tanto asumir.
De los cortos 20 años que tengo, siete los he pasado siendo extremista. Buscando soluciones emocionales a problemas totalmente racionales. Escondiéndome intencionalmente en la multitud. Alterando mi salud mental y sobretodo emocional.
Durante siete años he buscado estabilidad y durante 5, una sensación que encontré hace solo un mes.
Gran parte de mi consiente vida se lo debo a cuatro inofensivas palabras: "Era todo un juego". En realidad son muchas más, de hecho es un dialogo entero terminado en monólogo sin acuerdo mutuo, pero recuerdo lo justo y necesario, lo que me ha marcado hasta el día de hoy.
Ocurrido este hecho en pleno desarrollo mental, mi mirada se volcó a lo que no era común. Mientras mis compañeras pensaban en salir el fin de semana, en tirar con uno y con otro, en cortes de pelo a la moda, ropa, collares, pulseras y un sin fin de cosas superficiales yo... yo me levantaba llorando, me acostaba llorando, introducía cuanta pastilla encontraba a la fuerza en mi boca, cortaba mis brazos, mis pechos, mis piernas, mis tobillos. Arrancaba mi cabello, me golpeaba en las paredes, escribía cartas de despedida, pedía perdón una y otra vez... tenía 13 años y vivía una realidad alterna a la de todos los que estaban a mi alrededor. Mientras todos eran felices, yo lloraba. Mientras todos corrían, yo lloraba. Mientras todos tomaba, yo lloraba... y también tomaba. Mientras todos tenían permiso para salir, a mi me controlaban más que nunca por que tenían miedo de mis reacciones. Y bueno, mientras todos vivían el momento, yo solo recordaba... y lloraba.
Aparte de llorar todo el día, las peleas con mis papás eran constantes, más fuertes que nunca. Chocábamos a tal nivel que la convivencia era insoportable y como si fuera poco, me estaba yendo mal en el colegio. Tenía todo mal, toda mi vida iba en un descenso hacia el vacío, estaba desnuda en un mundo donde se habían acabado las posibilidades. Estaba desconcertada, perdida. Estaba parada en un lugar en donde no había pedido estar. Me daba miedo, me daba temor ver esa realidad, no quería aceptar que estaba hundida en la mierda. No quería seguir viviendo, pero tampoco podía desaparecer de un día para otro. Fue ahí, entonces, que inconscientemente empecé a tomar más de la cuenta y a vaciar cajas de cualquier pastilla que encontrara en mi casa, en casa de mi abuela, en casa de mis tíos, hasta en casas de amigos. Puñados y puñados iba directamente tragando con un sorbo del trago de turno, fuera ron, pisco, vodka me daba igual, el fin era el mismo y era eso lo que más me importaba. Ese fin anhelado. Ese fin totalmente esperado... ese fin que era dormir y seguir presente. Estar con los pies en la tierra sin tocarla precisamente. Dormir era obviar la realidad estando todavía en ella. Dormir era la solución a todos mis problemas, o como ahora lo veo, aplazarlos y alargarlos cada vez más.
Eso es por que cuando mis papás notaron que dormía demasiado no pude hacerlo más. Bueno, creo que también fue porque el botiquín estaba vacío y el vodka... el vodka ya sabía a agua. Cualquiera haya sido la razón, tuve que dejar de lado mi forma de "escapar", abrir los ojos y afrontar todo lo que había dejado pasar. Fue difícil. Muy difícil.
Con los años descubrí que podía sentir la misma sensación estando en la cama con alguien. "Protección" se transformo en una búsqueda diaria que me daría el fin deseado, dejar de lado mi vida y enfocarme en un momento, en uno solo me daba tranquilidad. Obviar la realidad aunque sea por una noche me drogaba mucho más que cualquier cosa. Fue así que con 17 años comencé a vivir una vida de gitana, quedándome donde me pillara la noche, con la compañía que hubiera, muchas veces entregando algo que yo ni siquiera quería dar a cambio. Solo pro ese beso de buenas noches, esos brazos que acariciaban todo mi cuerpo y el "Estaré aquí cuando despiertes". La seguridad y la confianza también formaron parte de esto. Encontraba cada noche a alguien nuevo con quien podía vivir una historia perfecta, hasta que despertáramos. Encontré paz conmigo, logré ver un arco iris y un montón de ponies rosas que le hacían juego. Pero mucho abuso me colapsó. Dañé a mucha gente. Nunca mentí pero si adorné mucho la realidad y fue así que el año pasado cree una drogodependencia, adicta a la benzodiacepina, al lorazepam que, como si fuera chiste, era otra pastilla más. Era rutina de todos los días despertar y tomarme dos, para luego seguir durmiendo. Resultó bien un tiempo pero los detalles no son lo mio. Un día fallé. El efecto fue más rápido... no tuve tiempo.
Tomé, como era de costumbre, mis dos pastillas diarias. Luego recordé que tenía cosas que hacer y antes de terminarlas ya estaba dormida de nuevo. Cuando desperté vi a mi mamá que lloraba como no lo hacía hace tiempo. Repetía como un disco rallado: Otra vez hija... ¿Por qué otra vez?. Y bueno, es fácil adivinar que la caja de pastillas se me quedó en la cama y yo yacía extendida como un montón de ropa sucia. Reacción innata: mi mamá se asustó. Segunda reacción: Siquiatra y nuevamente internada. Y como guinda de la torta, otra vez con un montón de pastillas para seguir un tratamiento.
Las tomé mientras estuve internada. Luego, no. Las guardaba para casos de emergencias, de esas emergencias que no quería alarmar. Más de alguien se enteró que las usé, pero muchos más no se dieron cuenta. Traté de buscar otras salidas y entonces medité del tema (creo que era hora).
Se que a mucha gente la he llamado a las 4 de la mañana para saber si están haciendo algo, si están dormidos, si están con alguien, si hay un espacio en su cama para mi. Muchas veces me han dicho que pueden estar conmigo, y despierto feliz. Muchas otras me han dicho que no y he dormido sola. No he vuelto a hacer lo que hacía antes ya que descubrí mi miedo a despertar, a pasar de la misma nada y encontrarme sola, abrir los ojos y no ver a nadie a mi lado. Soy egoísta en ciertos aspectos, pero ese cuidado que he encontrado suelo llamarlo "mi amor".
Tengo miedo a la realidad, y sentir compañía en el momento más difícil de mi día es lo único que necesito. Esa es la respuesta a mi vida. Eso es lo que buscaba hace tanto tiempo...