Martes 13. Hay quienes dicen: "No te cases ni te embarques", pero en ninguna parte dice: "No te enamores", y aunque estuviera escrito, no lo hubiera tomado en cuenta. Suelo llevar la contraria a las cosas estructuradas desde muy pequeña. Y ese día, y la oportunidad que tenía frente a mi no la dejaría pasar por un simple refrán que ni siquiera está comprobado científicamente.
Martes 13 de noviembre de 2007. Uno de los pocos días que empezó bien y termino aun mejor.
Me levanté temprano (como nunca) para ir al colegio, pero a diferencia de todas las veces anteriores que me había despertado temprano durante el año, ahora tenía muchas ganas de asistir. Te llamé temprano a tu celular, tipo 7:45 para que luego tu me llamarás a mi casa. Era un tipo de "código" que teníamos. Era muy temprano para que sonara el teléfono de tu casa, tu hermanito de pocos meses se podía despertar, entonces, para que eso no pasara te pinchaba y tu me devolvías el llamado. Era realmente temprano pero hablábamos para darnos una pequeña información. Te decía: "Estoy lista y saldré a tomar colectivo" y tu me respondías: "Bueno, entonces caminaré y te esperaré en el BCI".
Y así era... diez para las ocho, cinco para las ocho o a las ocho en punto nos juntábamos en esa esquina llegando a Balmaceda. Llegabas primero y yo bajaba contenta del colectivo al verte ahí. Me esperabas con un cigarro, de esos Belmont que en ese entonces costaban $80 sueltos. Sabías que me gustaba fumar en la mañana antes de entrar. Sabías mis gustos aunque solo nos habíamos conocido 4 días atrás. Sabías como tratar esas mañas que hasta el día de hoy tengo. Sabías más de mi que personas que conocía de toda la vida y sabías -por sobre todas las cosas- que odiaba ir al colegio, pero que de un viernes a un lunes, como quien dice: "en un 2x3" se volcó mi perspectiva hacia el templo del saber y me gustaba ir, levantarme temprano para disfrutarte en la mañana siendo que estaríamos todo el día juntos. Detalles. Para algunos insignificantes, para mi, el mayor trofeo de mi vida. Haber tomado la decisión de estar contigo era algo de lo que no me arrepentía, y no me arrepiento ahora tampoco.
Cuando eran las 8:15, caminamos la cuadra que nos separaba del colegio y entramos por el portón tomados de la mano. Me dejaste en la escalera para que subiera a mi sala y tu te devolviste al pasillo para entrar a la tuya. A las 9:45 nos juntamos en la galería para seguir disfrutando de la presencia del otro. A las 11:30 también. Y el destino fue distinto cuando tocaron a las 13:15 para salir a almorzar. Ni tu fuiste a almorzar, ni yo fui a almorzar. En vez de eso nos juntamos con un amigo en común que teníamos y que quería fumarse un pito. Perfecto. Había marihuana y también unos cuantos papelillos, lo único que faltaba era el lugar. Pensé en proponer mi casa, estaba sola todo el día y el conserje no se daba cuenta quien entraba y quien salía pero igual era arriesgado, era droga, algo ilegal (en ese entonces para mi). Se me ocurrió una mejor idea, invitarlos a la parte trasera de mi condominio, ese lugar al que no a muchos había llevado, no era secreto pero si super piola... fue la última vez que fui. Tomé tu mano y junto a nuestro amigo caminamos rumbo a Villaseca para entrar en ese sitio eriazo. Tuvimos que entrar por un costado, pasar alambres de púas y quedar un poco empolvados para llegar a una especie de piscina que antiguamente se ocupaba. Nos sentamos y de repente, a mi lado, vi la razón de por qué estábamos ahí. Nunca había visto marihuana, nunca había visto un pito, ni se me había cruzado por la cabeza probarlo, pero estaba en confianza y aunque no sentí que era el momento de hacerlo, creía que era una buena oportunidad.
- ¿Enrolas tu o yo? - dijo nuestro amigo.
- Lo hago yo para que vea la Fran - dijiste mirándome.
Tomaste el papelillo y lo doblaste por la mitad. Con una mano agarraste el paquete de marihuana y lo repartiste de un extremo a otro. Moviendo el indice con el pulgar formaste algo parecido a un "dulce". Ahora que lo pienso te quedó bastante feo. Lo dejaste secando al sol.
- ¿Quieres?
- Nunca he fumado...
- No tiene mal sabor, dale, prueba. Es como fumar un cigarro.
- Bueno, pero solo un poco.
Y en realidad fumé solo un poco, ni siquiera me gustó, no me volé para nada, lo encontré fome. Tu ya habías fumado antes, sabías la técnica, cuanto había que aguantar antes de soltar el humo. Vi tus ojitos llorosos y tocías de una forma descomunal que no entendí sino hasta unos años atrás. Veía que disfrutabas y yo disfrutaba al verte sonreír.
Minutos más tarde te invité a mi casa, tenía sed y quería tomar un poco de agua. Nos dimos la vuelta y entramos a mi hogar. Como de costumbre prendí el computador solo por dejar MSN abierto y como acto seguido salimos al patio a fumarnos un cigarro. Nuestro amigo quería revisar algo de su fotolog y le dije que pasara sin vergüenza, solo estábamos los tres.
Creo que pasaron segundos cuando dijiste que debías marcharte y yo te abracé como si no hubiera estado contigo en todo el día, como si no volviera a verte en un futuro cercano, como si fuera un adiós terminal cuando en realidad no era así, me llamarías cuando llegaras a tu casa para estar un buen rato hablando del día que habíamos vivido juntos, nos veríamos al otro día en el mismo lugar... en realidad solo tenías que hacer lo que te correspondía; pasar el resto de la tarde en tu casa... y yo no lo entendía. yo quería estar contigo aunque finalmente acepté ir a dejarte para que tomaras colectivo.
Entramos a decirle a nuestro amigo que nos acompañara.
- Fran te están hablando por MSN.
- ¿Quién es? ah, después le hablo, pondré que voy a dejar a... voy a dejar a... ¿Que pongo?.
- Que vai a dejar a tu pololo po Fran, si el Rodrigo es tu pololo ¿o no?.
- No en realidad, estamos andando no más...
Y fue ahí, que en un acto inesperado y totalmente sorpresivo, impulsivo y a la suerte del "TODO o NADA" otra vez, me miraste y pronunciaste las palabras mas hermosas que he escuchado en mi vida, esa pregunta que nunca jamás alguien me había hecho:
- ¿Quieres pololear conmigo?
No fui capaz de responder, era tan obvio que me deje caer en tus brazos y te besé, bueno, traté. La sonrisa que tenía no me la podía sacar, sentía que estaba en las nubes, sentía que flotaba en un algodón de azúcar rosado, hasta mi patita se levantó cuando mis labios rozaron los tuyos, fue una explosión de emociones que no volví a sentir por mucho tiempo (hasta junio de este año). Fui feliz de una forma que nunca antes había experimentado y que busqué durante un largo lapso volver a sentir.
Vivía el momento peak de mis 15 años y no recuerdo haber sido tan feliz como en ese momento.
Un martes 13 de noviembre del 2007 empezamos formalmente una hermosa historia. Dejamos de lado ese refrán e hicimos de ese día una perfección absoluta, una promesa de amor, un principio abierto a lo que deparara el destino. Era... simplemente hermoso y no pedía más, no me caía más felicidad en mi corazón, estaba enamorada y me encantaba sufrir de esa enfermedad.